¿Qué es el cáncer de piel?
El cáncer de piel es una enfermedad en la que se encuentran células cancerosas (malignas) en la piel. Estas células se multiplican de forma incontrolable, dando lugar a la aparición de una neoplasia maligna.
¿Cómo se trata el cáncer de piel?
La mayoría de los cánceres de piel son curables si se detectan a tiempo, por lo que es importante consultar a un dermatólogo lo antes posible.
La recuperación y el tratamiento adecuado dependerán del tipo de cáncer de piel que tenga. El principal tratamiento para el cáncer de piel es definitivamente la cirugía. El tratamiento quirúrgico adecuado dependerá del tipo de cáncer de piel y su ubicación, siendo el objetivo extirpar completamente el tumor. Una vez que se ha eliminado la lesión, el defecto restante en la piel se reconstruirá de la manera más agradable posible desde el punto de vista estético. Para este caso, se pueden realizar suturas simples si la lesión es pequeña y permisiva, o puede ser necesario remover la piel de áreas adyacentes (colgajo) o incluso, remover la piel de otra zona ( injerto). Otros posibles tratamientos incluyen quimioterapia (habitualmente tópica), o en algunos casos, destrucción local de pequeñas lesiones incipientes con crioterapia, láser etc.
En GS Clínica Dermatológica disponemos de multitud de instrumentos para la detección precoz y el tratamiento del cáncer de piel. Realizaremos un diagnóstico certero, y te asesoraremos sobre el plan de tratamiento más adecuado. Por otro lado, en el caso de que sea necesaria la extirpación quirúrgica, contamos con instalaciones altamente cualificadas para realizar intervenciones quirúrgicas menores, y concretamente, para extirpar más del 90% de los cánceres de piel.
Todo ello con todas las comodidades, sin listas de espera, y con la profesionalidad médica y atención que merecen nuestros pacientes.
¿Qué tipos de cáncer de piel existen?
Hay varios tipos de cáncer que comienzan en la piel. Los más comunes son el carcinoma de células basales o basocelular, que surge de las células de la capa basal de la epidermis y el carcinoma de células escamosas o espinocelular, que surge de los queratinocitos. Estos tipos de cáncer se denominan «cánceres de piel», no melanoma.
Además de estos dos tipos, existe un tercer tipo importante de cáncer de piel: el melanoma. Se trata de un cáncer que se origina en los melanocitos, por lo que es bien conocido, ya que es el típico “lunar malo”. No es tan común como el carcinoma de células basales o el carcinoma de células escamosas, pero es mucho más grave, y si no se detecta y se trata a tiempo, puede ser fatal.
Son mucho menos comunes otros tipos de cáncer de piel como el linfoma cutáneo, el sarcoma de Kaposi, el carcinoma de células de Merckel, y muchos otros. También se puede encontrar metástasis de cáncer de otros órganos del cuerpo en la piel.
¿Quiénes corren mayor riesgo de padecer cáncer de piel?
El cáncer de piel es más común en personas con piel más clara, que pasaron mucho tiempo al sol, o se quemaron cuando eran niños. Este cáncer puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en las áreas que reciben más sol, como son la cara, el cuello, las manos y los brazos.
¿Cómo se diferencia el cáncer de piel?
La apariencia del cáncer de piel puede variar. El signo más común de cáncer de piel es un cambio en la apariencia de la piel como una protuberancia o una herida que no cicatriza. No todos los cambios en la piel significan que existe cáncer; sin embargo, debemos consultar a un dermatólogo cuando notemos algún cambio.
¿Cómo se diagnostica el cáncer de piel?
Como la mayoría de los cánceres, éste se trata mejor cuando se detecta a tiempo. La mayoría de las lesiones son fácilmente diagnosticadas clínicamente por un dermatólogo cualificado. Sin embargo, ciertos tipos de cáncer o en casos sospechosos que requieren confirmación histológica (mediante examen microscópico), se obtienen mediante la realización de una biopsia.
De ahí la importancia de acudir siempre a un dermatólogo para que éste pueda diagnosticarlo a tiempo y proponer el tratamiento adecuado, evitando así, que el resultado sea irreversible.